Este es un post de urgencia, solo para decirles que si tienen la oportunidad y un estómago resistente para historias jodidas como la vida misma, no se pierdan Making a Murderer.
No es una película, sino una serie documental de 10 capítulos, pero más adictiva que la mayoría de ficciones que he visto últimamente. Un documental sobre la historia de Steven Avery con un mensaje muy potente y contado de tal forma que tienes que seguir viéndolo hasta el final.
No suelo hablar de series en este blog porque a mí me resulta muy difícil hacerlo sin espoilers, supongo que hay que tener un talento especial para ello. Pero Making a murderer es de esas series de las que necesitas hablar recién las acabas, una historia que tienes contarle a todo el mundo, aunque solo sea para desprenderte de esa malla pegajosa de desazón que deja en tu visión del mundo civilizado. Y por lo que veo no soy el único, tras su estreno en Netflix habla de ella hasta el presidente Obama. Seguir leyendo Making a murderer, el poder incontrolable→
La Navidad y las campañas electorales cada vez empiezan antes y cada vez traen más encuestas, luces de colores y anuncios de colonia. Con algunos programas y candidatos podríamos pasar del entretenimiento político al ‘busco a Jacques’ sin darnos cuenta de que hemos cambiado de programa. Porque no lo hemos hecho. Aparte de esos espacios pensados para revelar el verdaderorostro de los políticos –nada más alejado de la realidad que un programa de televisión– tenemos los programas serios:los debates.
Esos también son puro espectáculo, la tele no sabe hacer otra cosa. Eso ya lo tenemos hablado aquí. Es un combate de boxeo coreografiado donde las luces, la vestimenta, la entonación, la pose, etc. son más importantes que las ideas.
Pero de lo que hoy quiero hablar es de cuando los presentadores se despiden y se apagan las luces del plató, que es cuando de verdad empieza el combate, con el postdebate y las encuestas sobre el mismo.
De eso y del experimento de Solomon Ash. Seguir leyendo Debates electorales y zona Ash→
El pasado domingo, TV3, la televisión pública de Catalunya, estrenó en horario de máxima audiencia un programa sobre economía, Economia en colors. Es una serie, y el primer capítulo se tituló “Blau. El fals nou” (Azul. El falso nueve). Me ha parecido un programa muy bien hecho: bien realizado, dinámico, no aburre y Sala i Martín, el economista experto que lo protagoniza, demuestra su talento comunicativo.
También creo que una televisión pública no debería emitir un programa como ese. Seguir leyendo TV3 y la economía en colorines→
Algo tiene que hacer el PP, y ha hecho un vídeo. Puestos a hacer algo fresco, hubiera sido más rompedor haberle dado a Fátima Báñez un móvil para que grabara a su aire, o inventarse una historia de metraje encontrado. Yo lo hubiera preferido, aunque reconozco que sus presuntos votantes tal vez no tanto.
De entrada aparece la imagen de una mesa y un rótulo que reza “Madrid, enero de 2015”. No se si para situarnos a nosotros o a ellos mismos. Y desde el comienzo todo tiene un aire un poco irreal, como que hay cosas que no encajan. De entrada abre con un audio de ambiente de bar… en una sala privada con solo cinco personas: Rajoy, Cospedal, Arenas, Floriano y González Pons. ¿De quién son los murmullos? Inquietante.
Como todos sabemos, el inicio marca el acento de la narración, que seguirá en un tono irreal con cosas como “pagando menos intereses se pueden prestar más servicios sociales. Eso los ciudadanos no lo saben y hay que contarlo mucho” o algo confuso de Floriano sobre la piel que es tan lírico que se me escapa. O ese otro momento en el que González Pons busca la empatía ante el sacrificio que supone su labor, llegando al alma del espectador sensible, probablemente en forma de ira.
El vídeo acaba con una voz en off mientras nuestros protagonistas siguen hablando animadamente de sus ideas y proyectos, aunque yo sospecho que al final mueven la boca sin decir nada, como auténticos profesionales.
Paréntesis: queridos expertos en marketing, lo de no saber comunicar y que queda mucho por hacer es como el amén de la misa, una letanía que de tan gastada no significa absolutamente nada. Cierro paréntesis.
Dicho esto, hay que reconocer que el vídeo tiene una factura impecable, lo que, como bien sabe el juez Ruz, en este partido más que raro es casi revolucionario. Muy bien filmado, muy pulcro (muchos vasos y tazas, ni un solo posavasos, ni una sola marca en la mesa) y con una luz impecable. Lo que me recuerda a la cita que se atribuye a Bernard Shaw cuando descubrió los letreros de neón de Broadway: “debe ser precioso si no sabes leer”.
Entonces echas en falta sobre la mesa algunos sobres, algunos fajos de billetes junto a una botella de whisky, un señor con traje y cartuchera sobaquera de pie junto a la puerta. Y te parece que la escena tiene demasiada luz, y te acuerdas de Gordon Willis y Coppola y esa maravilla de penumbras y sombras que retrataron los despachos del poder como nunca se ha hecho. A medida que comienzas a recomponer el original empieza a sonar en tu cabeza Nino Rota y poco a poco las figuras de nuestros próceres se transforman en las de Tom Hagen, Clemenza, Tessio, y los hermanos Sonny y Michael Corleone. Es entonces cuando todo encaja.
Dos adultos, una cita a ciegas a través de una web. Episodios de 25 minutos. A estas alturas del partido no sugiere nada del otro mundo. Una cursilada con escena al borde de la alerta de incendio por exceso de velas, a la americana; o una historia plana de arquetipos con algún chascarrillo pasado de vueltas, a la española. Dates no es ni lo uno ni lo otro. Es británica, creada por Bryan Elsley para Channel 4 y que desde principios de noviembre puedes ver en Canal + o Yomvi (y también se puede descargar, pero no lo hagan, es ilegal). Dates es una serie pequeña que no pretende hacer historia de la televisión. Pero es una maravilla, pobre pero honrada, una de esas ficciones que logran tratar al espectador con respeto, a su inteligencia y su sensibilidad. Algo muy difícil de encontrar en la televisiones españolas; y no me refiero solo a las tertulias políticas. Seguir leyendo Dates, ¿que inventen ellos?→
En 2005 había pasado un año desde que la mejor sitcom de la historia, Friends, cerrara persiana y nos dejara un poco más solos. Aunque no tan solos gracias a las reposiciones constantes. Sí, ahora ya lo saben, soy yo el que la está viendo por vigésima vez, por eso la siguen emitiendo. Bueno, a lo que iba. Lisa Kudrow (Phoebe) decididó que debía dar un giro arriesgado y puso en marcha una nueva serie: The Comeback. Bien por Lisa. Junto a ella estaba Michael Patrick King, guionista y director principal de Sexo en Nueva York tras la marcha de Darren Star y ambos avalados por el sello de calidad de una cadena que ha revolucionado la ficción televisiva siendo una garantía de calidad: HBO. The Comeback es una sola temporada de trece episodios ya que la baja audiencia que acompaña demasiadas veces a la buena crítica acabó con ella. O le hizo un favor, nunca se sabe. Lo que parecía claro desde el principio es que un humor tan corrosivo, incómodo e hiriente en muchas ocasiones, una serie donde te dejan descolocado constantemente cuando te provocan la risa y al instante te sientes mal por reír, no podía generar grandes audiencias. Tras un día amargo no te suele apetecer cenar salado. La baja audiencia y que no sea demasiado fácil de encontrar también han ayudado a convertirla en una serie ‘de culto’, y perdón por la palabrota gafipasta. Seguir leyendo The Comeback, una joya escondida→
Recortes de la historia, vistos desde el fondo a la izquierda.