A finales de 1822 un barco de colonos escoceses llega a Poyais, su nueva patria, un paraíso en el Caribe en el que brotaban sin esfuerzo el maíz, el azúcar y el tabaco. Durante la travesía por el Atlántico habían tenido tiempo de leerse el extenso “folleto publicitario” que, encargado por Gregor McGregor, príncipe del nuevo país, se les daba información detallada sobre su destino.
Pero al divisar tierra algo no cuadraba, estaba claro que había un error. Aquello no era Saint Joseph, una elegante capital al estilo europeo, sino Black River, una playa caribeña, hermosa pero vacía. Vaya contratiempo. Algunos se quedan en la playa mientras una expedición busca el lugar correcto. Hasta que se dan cuenta de que a quilómetros a la redonda solo había arena, selva, mosquitos y malaria.
Poyais era un país imaginario salido de la mente de un gran embaucador, su falso cacique, Gregor MacGregor. La estafa había sido de las grandes, aquellos colonos no eran los únicos engañados por MacGregor.