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“La Gran Niñera” en Nueva York

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Tras perseguirlo con empeño, Michael R. Bloomberg, alcalde de Nueva York, lo ha logrado. Desde el pasado jueves 13 de septiembre la guerra contra la obesidad tiene una nueva baja: las bebidas azucaradas de gran tamaño. La Junta de Salud de Nueva York aprobó (8 votos a favor y una abstención) la prohibición de vender bebidas azucaradas de tamaño grande en locales de comida rápida, cafeterías, restaurantes, cines, estadios, salas de conciertos, teatros, lugares de trabajo y otros sitios dónde se vendan alimentos preparados. El tamaño máximo permitido para los envases será de 16 onzas, medio litro redondeando. La prohibición no afecta a los supermercados

Los argumentos de la alcaldía no son nuevos, se trata de luchar contra un problema real y preocupante, la obesidad que carcome la salud de los países ricos. El propio alcalde, en su cuenta de twitter se felicitaba por la nueva política diciendo que era “el mayor paso que cualquier gobierno haya tomado para controlar la obesidad. Ayudará a salvar vidas«.

La medida ha sido duramente criticada desde varios sectores. Evidentemente los lobbies de los fabricantes de refrescos están planteando batalla. Vale, son los malos, que les veo venir. Pero que a los productores de bebidas azucaradas les importe más la cuenta de resultados que la salud del personal no nos tiene que nublar el juicio ante argumentos de bastante peso. A mi me convencen.

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Eufemia

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“No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Tenemos ante nosotros una prueba de la más penosa naturaleza. Tenemos ante nosotros muchos, muchos meses de lucha y sufrimiento”.

Discurso de Winston Churchill en la Cámara de los Comunes
13 de mayo de 1940 

Había una vez un reino muy muy cercano aquejado de una extraña enfermedad cuyo nombre no se podía pronunciar. Aquella enfermedad atacaba a las palabras, con lo que se entiende que los virus neutralizaran en primer lugar su propio nombre. Las palabras tienen el germen en su adn, así que el mal innombrable no era nuevo y tenía mucho que ver con su peso.  Porque en contra de lo que mucha gente cree, las palabras no son etéreas, pesan su significado en oro y hay que tener mucho oro para comprar significados. La prueba es que las palabras de los de abajo nunca llegan arriba, lastradas por la pobreza, que es como el plomo. Por contra, las palabras de los de arriba se precipitan siempre sobre los de abajo. Unas veces caen como losa y otras bajan gráciles como filo de diamante.  Eso es algo que los sabios doctores de la la corona saben y callan, por no crear alarma social entre sus súbditos.
La enfermedad se manifiesta en que las palabras cambian de forma de tal manera que algunas no se reconocen en el espejo por las mañanas. Eso provoca que la lengua se ensucie con ruido de interferencias, como una pantalla con «nieve» buscando su sintonía. En casos extremos se desarrollan tumores necróticos en la lógica proposicional que hacen irrecuperables regiones enteras del pensamiento.
No es una enfermedad exclusiva de este reino, de otros lugares remotos también llegaron microbios que disfrazaron las viejas palabras guerra e inocente con un estilo más «casual«: intervención humanitaria  o daños colaterales; el maldito bicho no se anda con sutilezas y ataca también perífrasis y circunloquios con la misma saña.  Hubo un tiempo, hace ya muchos años, en el que el mal casi mata a todas las palabras al convertir Horror en solución final. Pasado ese trance de muerte parecía que las palabras estaban inmunizadas, pero el virus es muy resistente. Se sabe que determinadas perturbaciones atmosféricas o desastres naturales, como la pobreza o la injusticia, convierten a la viejas palabras en afiladas espinas que pueden herirte, como un huso a una princesa, si no las sabes manejar con cuidado. Ante eso, algunos consejeros de palacio inocularon un potente bacilo, el miedo, que tiene la virtud de limar asperezas: siempre han sido partidarios de palabras romas con las que puedan jugar los niños.
Por estos pagos, hace años, esos consejeros crearon consenso y transición para sustituir statu quo e impunidad, palabra ésta última de muy mala fama. Pero últimamente y en poco tiempo el reino ha sufrido una grave recaída y anda postrado en el lecho por un rebrote del mal innombrable. Porque lo que tal vez esos aprendices de brujo no calcularon, o sí, es que el miedo produce un efecto secundario muy potente que hace que el virus se vuelva más agresivo, hiriendo de muerte a las palabras más resistentes y borrando el rastro de las más débiles.
En este reino, austeridad  y liberalización acaban de abrir un negocio de reformas a domicilio que lo mismo te alicata una autopista que te derriba una escuela. Diferente tiene que llevar un parche amarillo en la ropa, siempre visible, que dice extremista.  De un tiempo a esta parte no despedimos a nuestros familiares en la estación, los reajustamos o flexibilizamos con lágrimas en los ojos. La subida de impuestos es ponderación fiscal y las viejas tradiciones laborales de nuestros bisabuelos la modernidad. A libertad la hemos puesto a trabajar en un burdel de los de público exclusivo. Privado, por supuesto. Le hemos competitivizado la paga dos veces, pero ella no se queja porque tiene para ir tirando y si se queja hay cuarenta palabras más en la puerta. Mientras, la lógica ha sido detenida y está en prisión preventiva, a la espera de una decisión judicial que será responsable ya que justa está afectada por un ERE iniciado tras demostrar unos tecnócratas extranjeros que su sueldo era un gasto inasumible para la corona.
Otras palabras viejas, viéndolo venir, sencillamente han huido con lo puesto hacia tierras lejanas. Responsabilidad, por ejemplo, harta de pudrirse en el paro ha cogido su petate y ha emigrado donde pueda sentirse útil.
Por cierto, vergüenza se encuentra en paradero desconocido;  sus familiares agradecerán cualquier dato que ayude a su localización.

La tecnología no es neutral. Parte VII

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Huxley tenía razón

Qui paga, mana, se dice en mi pueblo. Porque no se trata de que la publicidad consiga banalizar el mensaje (como decía en el capítulo anterior hace ya mucho tiempo, es que me distraigo), que confunda un penalty no pitado con un recorte salarial. Es que la cosa se complica si después de asustarnos con un posible futuro sin pensiones (¿tengo que hacerme un plan privado?) aparece el anuncio del BBVA o del Banco de Santander.

Doy fe que la sección de economía de un noticiario está patrocinada por una conocida caja de ahorros, convertida ahora en banco, o no, quién lo entiende. Como también vi el otro día en diferido, en TVE, un debate entre cómicos sobre su profesión. Hablaban de los límites de la burla (ya saben, Iglesia, rey, etc.) y Javier Cansado (Faemino y Cansado, unos genios) decía que en realidad solo había un límite: el patrocinador. Ni Iglesia, ni rey ni leches. Así que si en tu informativo anuncian empresas de telecomunicaciones y bancos puedes imaginar la información que sobre ellos aparecerá. En las públicas, si los cargos los nombra el partido gobernante, puedes imaginar la información que sobre ellos se emitirá. Si la gente cree que es la realidad lo que le están contando, puedes imaginar a quién votará.

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Sal de la crisis hecho un bankero

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Mira que era fácil. Tanto indignado, tanto 15M, tanta movilización, con lo que eso cansa y lo complicado y fatigoso que es organizarlo y movilizarse. La solución la tiene Rodrigo Rato, y como todas las soluciones brillantes de verdad, era muy simple. Hacerse bankero por 1.00o euros. Anímense, Luis y María, arquitecto y pediatra en sus ratos libres, ya lo son y se les ve felices, no con la cara de hipoteca que tenemos la mayoría.

Aquí mi primo Manuel, de profesión jefe (la más valorada en España desde tiempo inmemorial) no tenía suficiente con eso y ha decidido dar el salto, también es bankero.

La chica con dos carreras y con una beca de investigación de 800 euros al mes es el próximo anuncio. Además, nadie dice que no pueda seguir siendo bankera cuando emigre a Alemania. Incluso en el anuncio su abuelo puede salir haciéndole una ruta de lugares interesantes que conoció cuando fue a trabajar a la Volkswagen. Qué tiempos.

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Agenda Setting Function, los medios crean la realidad (1 de 2)

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“La prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar pero sí lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar” (Bernard Cohen, 1963)

 

Esta frase supuso el punto de partida para una investigación sobre la influencia de los medios en la sociedad. Una teoría continuada y fijada por Maxwell McCombs, padre de la “agenda setting function”. En español se utiliza el término “agenda temática” u otro que va un poco más allá: “tematización de la realidad”. Como nuestros sentidos son limitados, necesitamos de los medios para hacernos una idea más extensa de la realidad. Con la selección de los temas que nos ofrecen, los medios no reflejan la realidad sino que la crean.

Según McCombs:

Las agendas o temas considerados relevantes por los medios pasan a ser subrayados también en las agendas de la audiencia. Las personas no sólo reciben información a través de los medios sobre determinados temas o asuntos que ocurren en el mundo y son considerados prioritarios, sino que también aprenden de ellos la importancia y el énfasis que les deben dar.

La teoría va a la misma raíz de la que salen los productos informativos. La primera labor de los medios es conformar la agenda de temas a tratar. Basándose en conocimientos aprendidos del oficio, en sus propios criterios personales y en las directrices del medio en el que trabajan, cada día los profesionales buscan informaciones para luego incluir y/o excluir algunos temas. El siguiente paso, tanto o más importante, es jerarquizar dichas noticias. Eso se hace ya desde el origen, al asignar determinados recursos para ‘cubrir’ tal o cual tema, ‘olvidando’ otros.

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