Se que no le importa a nadie, salvo a las pocas personas que se pasan habitualmente por aquí, pero sentía la necesidad de decir que yo también soy Charlie.
También se que hay otros dramas peores pasando ahora mismo en remotos lugares del mundo, esos a los que nadie importa, sitios por los que dios nunca pasó.
Pero cuando pasa en tu casa (a miles de kilómetros, París es mi casa) inevitablemente te afecta de manera especial. Y me duele un poco más cuando se trata de intentar asesinar la libertad de expresión, esencial para una sociedad sana. Y me duele aún más cuando se trata de hacer callar al humorista, al cómico, al comediante; llamen como quieran al oficio más digno del mundo. Son la sal de la tierra.
El post que sigue abajo, The Wipers Times, está dedicado a los héroes de Charlie Hebdo y a sus colegas de donde quiera que sean.