Hoy me apetecía meterme en un jardín y, puestos a elegir, he elegido dos. Nada de medias tintas.
El primero es que quiero recomendar un libro, Belgistan: El laboratorio nacionalista, que conozco solo de oídas. Un par de entrevistas al autor, Jacobo de Regoyos, y otro par de críticas ya me sirven para recomendarlo. ¿Se imaginan que hicieran lo mismo en los suplementos literarios de los diarios? ¿Se lo imaginan? Yo en cuanto me acabe el enorme listado de libros que tengo pendientes de lectura me lo compro. Para los que no tengan tiempo de leerlo aquí tienen cuatro apuntes, por si se animan a profundizar.
El segundo marrón, y el más arriesgado, es que voy a intentar entender lo que pasa en Bélgica, cosa que hasta a los los politólogos belgas honrados les debe resultar difícil.
Jacobo de Regoyos es corresponsal de Onda Cero en Bruselas desde hace trece años, así que sabe de qué va la vaina. Además está casado con una belga flamenca y, según las entrevistas, ha debatido el libro, palmo a palmo, con la familia de su mujer, especialmente los pasajes que no dejaban en buen lugar a los flamencos. Ahí tienen al españolito discutiendo de política nacionalista con su suegro, con un par. Solo por eso merece un respeto. No me negarán que el tipo no es digno descendiente de aquellos españoles de los Tercios, si hasta el nombre parece salido de una entrega de Alatriste.
La conclusión a la que llega Regoyos es que Bélgica desaparece, se esfuma. Solo es cuestión de tiempo, y no mucho. No hay nada que una a las dos comunidades –flamenca y valona– que comparten un país como aquellas parejas que lo único que les une es la hipoteca. Lo curioso del caso es que sea en Bruselas, el corazón de la UE, donde pase eso. ¿Qué repercusiones podría tener? ¿O, precisamente por ser la capital europea, eso no llegará a suceder? Regoyos cree que lo único que hacen los políticos belgas es ganar tiempo, pero que se encuentran ante una calle sin salida. Actualmente Bélgica ostenta la plusmarca mundial de estado sin gobierno (ha superado ya los 9 meses de Irak); y su partido mayoritario, el NV-A (Nueva Alianza Flamenca), tiene como punto principal de su programa la independencia de Flandes, o sea, el fin de Bélgica.