La madrugada del 9 de junio de 1933 había sido una noche calurosa en Madrid. Una noche especialmente terrible en un piso de la calle Galileo, el que ocupaban Aurora Rodríguez Carballeira y su hija Hildegart, de 18 años. Una noche en la que Aurora no ha pegado ojo. Tiene que tomar una decisión difícil, muy difícil: aguantar un poco más o acabar con la obra de su vida.
A las nueve de la mañana decide lo segundo. Entra en la habitación de Hildegart. Su hija todavía duerme. Fueron 4 disparos. Primero dos en la cabeza, luego otro en la barbilla y finalmente uno en el corazón, como para asegurarse.
No es un asesinato cualquiera, es un escándalo que conmociona a la España efervescente de la II República.