El orgasmo favorece tu flujo sanguíneo, oxigena las células, libera endorfinas y otras hormonas que disminuyen la depresión y aumentan la sensación de bienestar, ayuda al sueño, oxigena el cerebro, rebaja el estrés, fortalece los músculos, fomenta la autoestima; incluso ayuda a quemar calorías y mejora el aspecto de tu piel.
Pero todo esto no son más que ‘efectos colaterales’ comparados con lo principal: supone un placer inigualable, una de las mejores sensaciones que puede experimentar de forma natural un ser humano. Cada persona lo vive de manera diferente, con lo que es difícil de definir. Pero, como diría el poeta, el que lo probó lo sabe.
Todo adulto lo busca de una forma u otra, a veces por vías tortuosas y asumiendo riesgos de todo tipo. Es un objetivo, algo valioso, intrínsecamente bueno. Y el camino hacia él, la excitación, es también muy gratificante.
Pero para algunas personas, sobre todo mujeres, puede llegar a ser una pesadilla. Sufren lo que se conoce como Trastorno de Excitación Genital Persistente.
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Speculum al foder (Tratado sobre el f***ar)
“Alguns van afirmar que mai no és bo de fer l’amor. Els que parlen així diuen una gran mentida. Només cal veure el que opinaven d’això els gran savis Hipòcrates i Gal·liè. Aquest últim escriu (…) que els homes joves que tenen molta esperma i tarden massa a fer l’amor tenen el cap feixuc, s’escalfen, perden la gana i, per consegüent, moren”(1).
(Speculum al foder, Anónimo, s.XIV-XV)
Hace poco descubrí el tratado Speculum al foder, una obra única en la literatura medieval, considerado el primer Kamasutra occidental. Es una especie de manual sobre sexo datado sobre finales del siglo XIV o principios del XV. Es de autor anónimo y está escrito en catalán, lengua que se habla por las tierras donde vivo con el propósito manifiesto de molestar al resto. No se preocupen, les pondré fragmentos del texto original traducidos al final del post al castellano.
Su título traducido al castellano vendría a ser algo como Tratado sobre el follar y se conservan dos ejemplares: uno completo –manuscrito 3356– y otro parcial –el 10162, perteneciente en su momento al Marqués de Santillana, el puñetero– ambos hoy día propiedad de la Biblioteca Nacional de España. No me consta que hayan sido reclamados por la Generalitat, siempre preocupada por lo accesorio y despistada en lo fundamental.
El estómago del doctor Beaumont
En 1833, el doctor William Beaumont (1785-1853) es un médico desconocido de Connecticut que durante años había prestado sus servicios en el ejército como cirujano auxiliar, lo máximo a lo que podía aspirar por su formación de aprendiz de médico sin pasar por la universidad.
Pero ese mismo año su nombre pasa a la historia de la medicina al publicar «Experimentos y observaciones sobre el jugo gástrico y el funcionamiento de la digestión”. Su trabajo es un bombazo, una auténtica revolución respecto al conocimiento sobre la fisiología del aparato digestivo. Fue su salto a la fama, a la gloria médica.
¿Cómo un oscuro médico con una precaria preparación teórica llegó a descubrir la verdad de la digestión humana? Con la ayuda imprescindible de un colaborador especial que le acompañó en todo el proceso, un humilde transportista canadiense llamado Alexis Saint Martin.