En mayo de 1940 , cuando Alemania ocupa militarmente Holanda, Andreas Riphagen tiene 30 años. Holanda es un país pequeño con un ejercito reducido y obsoleto, no hay rival. En pocos días los alemanes se hacen con el control del país. De forma casi incruenta si la comparamos con otros lugares. Los nazis consideran a los holandeses como arios, así que no sufrieron el racismo con el que los ocupantes se conducían por otros pueblos de Europa.
Obviamente todo esto no aplicaba a los judíos holandeses, que fueron duramente perseguidos. Los que no pudieron huir tuvieron que esconderse –recuerden a la alemana Ana Frank– para evitar los campos de exterminio.
Un pequeño y débil movimiento de resistencia intentó ayudarles. Pero también apareció otro grupo que olió negocio en el expolio y deportación de los judíos. Ya se sabe que donde unos ven desgracia o injusticia hay emprendedores que ven una oportunidad.
Andreas Riphagen era de los segundos.