El doctor Cameron nació en 1901 en Escocia y fue un célebre psiquiatra. Tras unos pocos años ejerciendo en Glasgow, cruzó el océano. Trabajó en hospitales y centros de investigación de Canadá y Estados Unidos, país donde consiguió la nacionalidad.
Formó parte del tribunal médico de Nuremberg y, años más tarde, se convirtió en Presidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría(APA) y el primer presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Una eminencia, en la cima de su profesión.
El 31 de enero de 1966, desde el Cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, la Unión Soviética lanza la sonda Luna 9 (Lunik 9). El 3 de febrero llega a la Luna, concretamente al Océano de las Tormentas. Inmediatamente despliega sus cámaras y antenas y empieza a transmitir.El Luna 9 es el primer objeto fabricado por el hombre que aluniza. No es un cosmonauta, es un robot. Pero son los rusos los primeros en llegar a la Luna.
Tampoco es el primer éxito del programa espacial soviético. Solo uno de tantos.
Tres desconocidos idénticos (Three Identical Strangers, Tim Wardle, 2018) es un documental que ha obtenido el premio especial del jurado del último festival de Sundance. Pero es, sobre todo, una historia increíble de esas en las que un guionista dudaría de su verosimilitud. Nueva York, 1980. Eddy Galland y Robert Shafrand son unos gemelos separados al nacer que se conocen, por casualidad, a los 19 años. Una gran historia que salta a los periódicos pero que guarda un nuevo giro de guión: los gemelos son trillizos.
Al ver la foto de los gemelos en los periódicos, el tercer hermano, David Kellman, se pone en contacto con ellos. Conectan instantáneamente, se van a vivir juntos y les va bien. Se convierten en celebridades, Los trillizos de Long Island. Montan un restaurante, aparecen en televisión e incluso hacen un cameo en una peli con Madonna.
Pero faltaba un nuevo giro de guión que vuelve la historia un poco más oscura. Los trillizos formaban parte de un experimento un tanto siniestro.
El pequeño Albert, o Little Albert, fue un experimento llevado a cabo en 1920 por John B. Watson (1878-1958), uno de los psicólogos estadounidenses más importantes del siglo XX, fundador de la Escuela Psicológica Conductista.
Inspirado por el famoso experimento del perro de Pavlov (1897) el bueno de John Watson, junto a su ayudante Rosalie Rayner, decidió probar lo del perro ruso pero en personas estadounidenses: cómo se podía condicionar la respuesta a un estímulo, crear un reflejo condicional.
Querían provocar una serie de fobias aprendidas a un bebé humano. Y el pequeño Albert fue el afortunado. Little Albert ha pasado a los libros de psicología como uno de los experimentos más aberrantes e inmorales de su historia reciente.
Todos necesitamos certezas. Por estos pagos, tras siglos de depositar nuestras certezas en “dios y la verdadera religión”, la mayoría hemos decidido confiarlas a la ciencia. Así se convierte a La Ciencia en algo que no es: una prueba de verdad absoluta. Y eso también puede ser peligroso ya que las verdades científicas siempre son relativas.
No se espanten, no voy a hablar de paraciencias, debate de moda en Internet. En realidad quiero contar la historia de Keith Allen Harward, un crimen, una violación y la ciencia forense.
El psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera tenía un sueño, y persiguió ese sueño sin importar los obstáculos. Se mostró proactivo, dio su mejor versión, en la confianza de que todo al final saldría bien si perseveraba y se alejaba de los cenizos que pensaban que no lo conseguiría. El sueño de Vallejo-Nájera era descubrir el gen rojo.