Pont-Saint-Esprit es un pequeño pueblo de 4.500 habitantes, situado a orillas del Ródano en la frontera entre la Provenza y el Languedoc. Uno de esos sitios agradables donde nunca pasa nada.
Hasta que pasa.
En agosto de 1951, como si de un episodio de tarantismo medieval se tratara, un montón de vecinos se vuelven locos. Durante varios días, aquel bonito rincón del sudeste francés parece un ensayo del fin del mundo.
Charles Granjhon, de 11 años, intenta estrangular a su madre; un hombre trata de ahogarse mientras grita que su estómago está siendo devorado por serpientes; otro vecino clama “¡Soy un avión!” y salta por la ventana de un segundo piso.
Dos años después, un científico estadounidense, Frank Olson, salta desde un décimo piso en Manhattan.
Apocalipsis 1951
Volvamos a agosto de 1951. Todo el mundo está en shock. Cientos de personas normales parecen sufrir una posesión demoníaca. El pueblo rebosa de convulsiones, alucinaciones, euforia, hiperactividad motriz, visiones, ilusiones sensoriales y delirios violentos.
Según la revista Time “entre las personas afectadas, los delirios iban en aumento: los afectados se retorcían frenéticamente en sus camas, gritando que flores rojas les brotaban del cuerpo”. Otros reporteros que acuden a la zona describen a hombres y mujeres que se arrancan sus ropas y corren sin rumbo por las calles. La prensa refiere “escenas saturadas de horror y de sufrimiento”.
La noche del 25 de agosto es especialmente tétrica. Las calles de Pont-Saint-Esprit atruenan de sirenas de ambulancia y gritos dementes. En el hospital las monjas no dan abasto para controlar a los enfermos. Uno se pasa la noche de pie en su cama intentando encontrar una puerta en la pared para escapar.
Otro alerta a las monjas para que no se acerquen a su cama, está ardiendo y no quiere que se quemen. José Puche, un español de 43 años, se lanza por la ventana gritando “¡Soy un avión!”. Al caer del segundo piso se rompe una pierna pero en su delirio no lo acusa y se escapa corriendo por los campos circundantes.
Un trauma imborrable
En la web de la BBC, el cartero Leon Armunier describe años después cómo, mientras hacía su ronda, sintió de repente náuseas y alucinaciones “como fuego y serpientes enroscándose en mis brazos”. Fue trasladado al hospital con una camisa de fuerza y compartió habitación con tres adolescentes encadenados a sus camas como única manera de mantenerlos controlados.
“Algunos de mis amigos trataron de saltar por la ventana, se agitaron violentamente … gritando, y el sonido de las camas metálicas botando de arriba abajo … el ruido era terrible”. A Armunier aún le estremece, tantos años después, recordar aquella pesadilla. Dice que preferiría morir a repetirlo.
En un par de semanas la normalidad vuelve al pueblo. Atrás queda el alucinante delirio que afectó a más de 300 personas, provocando la muerte de cinco de ellas y dos suicidios. Docenas de afectados no salieron nunca de ese día maldito y quedaron internados en psiquiátricos para siempre.
El pan maldito
Nadie estaba interesado en darle al fenómeno más vuelo del necesario, pero algo tan extraordinario tampoco se podía meter bajo la alfombra sin más. En seguida se puso en marcha una investigación. Los tres médicos locales (Gabbaï, Champeau y Vieu) habían llegado a un conclusión: la culpa era del pan maldito.
Los síntomas de la epidemia casaban bien con el ergotismo, también llamado “Fiebre de San Antonio”, “fuego del infierno” o “baile de San Vito”. Desde la Edad Media hay referencias sobre dicho fenómeno, relacionado con la ingesta de pan de centeno en mal estado.
Los médicos franceses afinaron hasta situar el inicio del brote en la panadería de Roch Briand, en la calle mayor del pueblo, que había usado harina contaminada.
Por precaución se cierran las 8 panaderías del pueblo. Poco después la policía científica de Marsella lo confirma, es el pan. A los pocos días el British Medical Journal lo publica negro sobre blanco: intoxicación producida por el hongo del cornezuelo del centeno, un antecedente natural del LSD. Todo muy rápido.
Identificado el hongo culpable, la policía se pone manos a la obra. Seguir la pista de la harina es fácil ya que en ese tiempo es un bien controlado por el estado francés. El 31 de agosto detienen a Maurice Maillet, molinero de Saint-Martin-la-Rivière, cerca de Poitiers, que fue quien suministró el ‘veneno’ al panadero de Pont-Saint-Esprit.
Pero en octubre Maillet es puesto en libertad. Los primeros análisis de la policía no eran correctos y en la harina suministrada por el sospechoso no había ni rastro del maldito hongo.
Frank Olson salta por la ventana
Si no era el pan ¿qué era? Las especulaciones fueron variadas, algunas a la altura del delirio de las víctimas. Se pensó en envenenamiento por mercurio y se culpó al Papa, a Stalin o a la compañía de ferrocarriles.
Dos años después, el 28 de noviembre de 1953, Frank Olson salta por la ventana del décimo piso de un edificio de Manhattan. Todo está más conectado de lo que parece a primera vista. La muerte de un científico en Nueva York va a iluminar la teoría más consolidada sobre el apocalipsis de Pont-Saint-Esprit. Sin estar confirmada, es las más aceptada.
En un principio la muerte de Frank Olson se había declarado como suicidio. Más adelante se verá que no fue necesariamente así. Es posible –no confirmado– que Olson, un bacteriólogo que llevaba años trabajando para la División de Operaciones Especiales de la CIA, fuera empujado al suicidio.
La agencia en la que trabajaba le había estado suministrando LSD sin su conocimiento, provocándole una paranoia que le llevó a saltar por la ventana. Aunque también hay quien duda de que fuera él mismo quien se lanzara. Parece que Olson empezaba a tener preocupaciones morales sobre sus actividades y cierta inestabilidad emocional que llevó a la CIA a temer que hablara más de la cuenta sobre su trabajo.
Pont-Saint-Esprit, la CIA y MK Ultra
Olson había estado trabajando para el proyecto MK Ultra, un siniestro programa secreto de la CIA que incluía múltiples experimentos, algunos de los cuales siguen siendo desconocidos. Entre los conocidos –en 1975 una comisión presidencial destapó el asunto– está el control mental mediante el uso de drogas, especialmente LSD. Dichas drogas se habían suministrado a ciudadanos estadounidenses y extranjeros sin su consentimiento. Incluyendo al propio Olson.
En 1996, el periodista de investigación Hank P. Albarelli Jr. es el primero que liga Pont-Saint-Esprit y la muerte de Olson, en su libro “Un terrible error: el asesinato de Frank Olson y los experimentos secretos de la CIA durante la guerra fría”.
Albarelli publica en su libro unas cuantas cosas interesantes.
Cuando se desata el delirio en el pueblo, se envía a un grupo de especialistas en bioquímica de los laboratorios Sandoz, con una sede cerca de allí, en Basilea. El informe de este grupo es el inspirador del artículo de la revista médica británica que culpa de todo al cornezuelo del centeno.
Según Albarelli, en el momento de esa visita solo había unos 8 ó 10 científicos en el mundo que conocían la existencia del LSD, y en ese grupo que visita Pont-Saint-Esprit se encuentra uno de ellos. Nada menos que Albert Hofmann, el primero que había logrado sintetizarlo, en 1938. No solo eso, en ese momento –aunque casi nadie lo sabía– Sandoz estaba ayudando a la CIA en sus actividades secretas, proporcionándole importantes cantidades de LSD y aconsejándole sobre sus usos.
Así, la intoxicación de Pont-Saint-Esprit formaría parte de un experimento secreto del ejército de Estados Unidos y la CIA dentro del proyecto MK Ultra. El experimento se hizo bajo la supervisión del departamento que dirigía en ese momento Frank Olson. (Sobre Olson y su misteriosa muerte existe una miniserie llamada Wormwood que todavía tengo pendiente).
¿Conspiranoia?
Siempre según Albarelli, había preparado un experimento similar en la red de metro de Nueva York, pospuesto hasta después de ver qué pasaba en Francia. Y lo que pasó en Francia es que, según un ex científico colega de Olson, “los resultados globales fueron positivos, pero también comprobamos un efecto indeseable, o que convendría llamar ahora una reacción de ‘cisne negro’. No habíamos previsto que morirían varias personas”.
Dicho así todo suena muy conspiranoico, y no hay nada probado con luz y taquígrafos. Pero a) hay pruebas bastante sólidas detrás, evidentemente no confirmadas y b) por raro que suene, esta explicación es la más razonable hasta el momento; a no ser que quieran meter extraterrestres en el asunto.
Además, el experimento de Pont-Saint-Esprit no habría sido ni el primero ni el último del proyecto MK Ultra. Un proyecto cuya existencia –insisto, confirmada de forma oficial– va desde inicios de los 50 hasta su cancelación, también oficial, en 1973.
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Muy bueno. Así que, en medio de la incomprensión, por si las moscas, echaron la culpa al panadero, y luego resultó que no. Unos militares toman un pueblo al azar y se dedican a experimentar los efectos del LSD sobre los paisanos. Me suena mucho a la teoría de «vamos a desarrollar un virus para cargarnos a los homosexuales, que llevan muy revoltosos desde finales de los 60». Pues algo así.
Gracias Juli. No soy muy aficionado a las teorías de la conspiración, pero hay veces que las pruebas y evidencias hacen que la teoría conspirativa sea más lógica que la oficial, la verdad.
Lo de los homosexuales también lo había leído, así como la introducción de cocaína y, sobre todo, heroína en el movimiento hippie en Estados Unidos, que, sea patrocinada por el gobierno o no, la verdad es que se lo cargó.
No estaría mal nooo??? tantos putos, que el mundo va a la recoversión de sodoma y gomorra…Además,no es noticia que las «potencias»,entre ellas EEUU usen comunidades como de éste tipo,casi inóspita,para «practicas de caracter militar»,total…ya a va «aparecer otro panadero» a quien «cargar culpas».Por ahora,se siguen «enfoncando» con los negritos del Africa.
Hola, Miguel! Muy interesante el post.
Estoy investigando sobre el pan maldito y di con tu blog.
Quería consultarte si sabés si estas imágenes que aparecen son libres de derechos, como para ser utilizadas en un posible documental.
O si tenés el dato de dónde puedo comprarlas.
Muchas gracias!!
Hola Alexia:
Siento no poder ayudarte mucho con esto. No creo que las imágenes estén libres de derechos, pero no lo se. La verdad es que no soy lo cuidadoso que debiera con las imágenes. Al no tener el blog ninguna finalidad comercial me he dejado llevar con el tema de las imágenes y cojo por internet las que encuentro más adecuadas. Y a veces ni acredito (mal, muy mal, lo se; aunque hay veces en que es difícil encontrar el crédito original).
En este post hay alguna, recortada, de la revista Life. La última vez que tuve noticia era propiedad del grupo Time Warner. Si se trata de alguna de ellas deberías probar de preguntar allí.
También hay recortes del diario Midi-Libre, un regional del sur de Francia que supongo que sigue funcionando.
Para imágenes (fijas o vídeo) igual puedes ponerte en contacto con la gente de este documental:
https://www.youtube.com/watch?v=PFCKhi6LDBM
En fin, gracias por leer y siento no poder ayudarte más. Ánimo con eso y si haces algo me encantaría que me mandaras el link, si puede ser 🙂
Como siempre, una entrada de las que no puedes si lo leer de principio a fin. Me alegro de que el blog haya abandonado sus «servicios mínimos». Sin venir mucho a cuento, siempre que leo tus entradas me viene a la mente la fantástica serie «Cold Case» 🙂
Gracias Isi, me alegro de que te enganche. Siempre está la intención, mola ver que a veces lo consigo.
Nunca se me ocurrió la relación del blog con «Cold Case», pero sí que hay algo de eso 🙂
No tiene mucho que ver ..o si..con la pelicula argentina Wakolda, de Puenzo. Experimentos con humanos. Asusta