Jo, se me ocurre publicar mi entrada ‘Crímenes económicos contra la humanidad’ el día 15 de mayo y no veas la que se lía.
Bromas aparte, me siento especialmente contento por la feliz coincidencia. No sabemos si durará mucho o poco o dónde irá a parar todo esto, pero tal vez eso también es parte de su encanto, ese aire de improvisación fascinante, de iniciar un camino incierto, porque no hay un horizonte fijo sino múltiples esperanzas.
Alguien apuntaba en un diario que esto no es como lo del 14-M de 2004, cuando salimos a la calle ante las mentiras del gobierno Aznar. Aquello era un cabreo concreto por una situación concreta y esto es algo mucho más profundo, porque las causas de la indignación también lo son.
Parece mentira que a los políticos profesionales les haya pillado con el paso cambiado, es increíble e inagotable la capacidad de decepcionarnos que tienen. Hasta en esto. Desde hace ya mucho tiempo las encuestas del CIS colocan a los políticos (tras el paro y la situación económica, en las que algo tendrán que ver) en el tercer puesto de los males nacionales. ¿Ahora se enteran? Porque parece que todavía no, ellos siguen como el que oye llover, supongo que pensando que aquí nunca pasa nada y que aguantamos lo que sea, mientras echen por la tele la Champions League. Una de las pancartas que me han hecho más gracia (aparece en la portada de Público) es la de “Poco pan, pésimo circo”. Me parece brillante. Porque si el pan está caro, el circo está aún peor, con el nivel que hay no solo han echado a la gente del sistema político a Internet, han conseguido que tengamos que hacernos nosotros nuestro propio circo en la Red. En el suyo hasta los niños se dan cuenta del truco. Tal vez, al final, la culpa de todo haya sido el decepcionante espectáculo que a los aficionados neutrales nos han proporcionado los clásicos Madrid-Barça, a priori el mayor espectáculo del mundo. Ya lo sugería hace algunas entradas, la culpa va a ser de Mourinho. Por cierto, viendo los tweets de las acampadas de Madrid y Barcelona vamos a dar por cerrada la guerra del fútbol.
Volviendo a lo serio, lo que quizás les ha pillado in albis a los políticos no es que haya manifestantes, es cómo son los manifestantes. Después de que los medios se hayan hartado de hacer de callejeros mostrando a la juventud ni-ni, vagos y descerebrados que se limitan a vegetar, han salido, de no se sabe dónde porque no los tenían contabilizados, otros jóvenes (y no tan jóvenes) que piensan, y muy bien, que tienen los ojos abiertos y criterio propio.
No son sólo perroflautas, son gente que se viste y se peina de mil maneras diferentes. Además, puede que los jóvenes sean los protagonistas del movimiento (no puede ser de otra manera, por diversas causas) pero otra cosa que les deja fuera de juego es que no sean únicamente jóvenes, que haya gente de todas las edades indignada ante lo que ve. Gente que va a llevar comida y mantas. Sinceramente, hay que ser muy cínico para no emocionarse cuando lo ves. Es un universo paralelo a años luz del Congreso de los Diputados o de las concejalías de urbanismo que esperan, a partir del domingo, a los próximos especuladores.