Chistine Granville en realidad no se llamaba así, sino Krystyna Skarbek. También se llamó Jacqueline Armand, alias Pauline. Krystyna/Chistine/Jacqueline era polaca y “la espía favorita de Churchill”. Pero tras la guerra, Gran Bretaña la abandonó.
Entró en la Polonia ocupada esquiando a través de los montes Tatra, los más escarpados de los Cárpatos. Fue capturada por la Gestapo y escapó simulando una enfermedad. En Francia participó en la Operación Dragón y liberó a unos compañeros ingleses a punto de ser fusilados.
Inteligente, aventurera, testaruda y muy valiente, Chistine Granville tuvo una vida de película que terminó mal.
Krystyna Skarbek, la aristócrata
Krystyna Skarbek nace en 1908 en Varsovia, en el seno de una familia de nobles polacos venidos a menos. Su padre era un conde dedicado a la cría de caballos de carreras y su madre provenía de una familia de banqueros judíos.
Gracias a su posición Krystyna recibe una educación exquisita –hablaba varios idiomas– y puede dedicarse a sus deportes favoritos: hípica y esquí. Su educación y su belleza la convierten en una joven muy atractiva y un partidazo.
El atractivo lo mantuvo toda su vida, lo que no duró mucho fue el dinero. El conde, como salido de una novela rusa, tenía más apariencia que fortuna. Así que cuando muere su padre, en 1930, Krystyna se tiene que poner a trabajar.
Se casa muy joven con un empresario del que se divorcia pronto. Después se vuelve a casar con alguien más de su estilo: Jerzy Gizycki, escritor, aventurero y ex cowboy. Estando los dos de viaje por África estalla la guerra y ella decide regresar para combatir a los nazis. Vuelve sola a Europa, él no cabe en la nueva vida que se abre ante Krystyna.
Christine Granville, la espía
Nueva vida y nuevo nombre. Krystyna Skarbek pasa a llamarse Chistine Granville, alias de guerra que le otorga el SOE (Special Operations Executive), agencia creada en 1940 por Churchill para organizar la subversión y los actos de sabotaje contra los nazis.La primera misión no iba a ser precisamente fácil. Salta en paracaídas a Hungría y atraviesa los montes Tatra hasta Polonia. Allí monta una red que logra pasar información valiosa a los aliados. Entre otras cosas, el fragmento de un microfilm con los preparativos alemanes para la invasión de la Unión Soviética. Por cosas como esa la hija de Winston Churchill afirmó que era la espía favorita de su padre.
Kennedy, el amor de su vida
En Budapest, un informe de la inteligencia británica señala que “su atractivo está causando dificultades”, tal como recoge la biografía escrita por Clare Mulley, “The Spy Who Loved” (al final un breve vídeo).
En la misma obra se cuenta el caso de uno de sus pretendientes, que primero amenazó con pegarse un tiro en los genitales, luego se lo dio en un pie y más tarde se tiró al Danubio. El río estaba helado y no se ahogó, se rompió la pierna buena.
Christine Granville gustaba mucho a los hombres y a ella le gustaban, pero siempre mantuvo su independencia. Dicen que tuvo numerosos amantes pero un solo amor: Andrzej Kowerski, alias Kennedy. Es con Kowerski, un héroe polaco, con el que organiza una ruta de escape desde Polonia hasta Hungría. Consiguen ayudar a cientos de personas, pero Christine no logra convencer a su madre de salir del país, que finalmente morirá a manos de los nazis.
Escapa de la Gestapo
Christine no conoce el miedo y al final pasa lo que pasa, en 1941 la Gestapo la detiene. Pero consigue huir engañando a sus captores con una artimaña. Se muerde la lengua con tanta saña que logra sangrar profusamente. Tose y escupe sangre, haciéndose pasar por enferma de tuberculosis. Así la pasan de la celda a la enfermería y escapa.
Con Kowerski atraviesa Europa y Oriente Medio en un Opel destartalado y llega a Egipto. Allí toma contacto con el servicio de espionaje británico en El Cairo. Le cuesta un poco convencerlos para volver en misión a Europa pero al final lo consigue.
Jacqueline Armand, Pauline
En julio de 1944, un mes después de Normandía, se lanza en paracaídas a Francia para colaborar en la Operación Dragón, un segundo desembarco aliado, esta vez en la Provenza. Christine habla francés con fluidez así que se le otorga la identidad de Jacqueline Armand; su alias será Pauline.
Toma contacto con la Resistencia y monta una nueva red de comunicaciones. Con ellos también se ve envuelta en varios enfrentamientos armados contra los alemanes. Y protagoniza un acto que agrandará aún más su leyenda, si cabe.
El 13 de agosto, dos jefes operativos del SOE –Xan Fielding (Catedral) y Francis Cammaerts, (Roger)– viajan junto a un agente francés –Christian Sorensen, (Casulla)– en un coche cuando son detenidos en un control rutinario. Gran golpe para los alemanes. Los espías serán fusilados al día siguiente.
No hay tiempo para organizar un comando de rescate, así que Pauline/Christine Granville decide llevar a cabo una misión suicida: presentarse ante los alemanes y convencerlos para que los liberen. Con un par de ovarios. Otra vez.
A través de un sacerdote contacta con Fritz Harlan, el comandante alemán que custodia a los prisioneros. Con tono tranquilo y severo, Granville le ordena la liberación de los prisioneros. A Harlan primero le da la risa, claro. Pero Christine no se arruga. Se presenta como espía inglesa y le da a Harlan detalles precisos de los movimientos de tropas, para demostrar que no va de farol.
La negociación dura horas. Christine le viene a decir que la guerra está perdida para los alemanes, que es cuestión de poco tiempo. Las tropas aliadas están ya aquí al lado, así que tú verás lo que te conviene. Y que si les pasa algo a los detenidos o a ella misma, él y toda la guarnición serán pasados por las armas.
Hay versiones que hablan de que las amenazas se alternan con la promesa de darle a Harlan una cantidad de dinero. Sea como fuere, los prisioneros son liberados.
Abandono
Tras esa misión, participa en Italia en varias acciones arriesgadas. Al finalizar la guerra Chistine Granville es la agente más veterana del SOE. Se licencia con el grado de capitán -el más alto al que había llegado una mujer en el SOE– y se le conceden importantes honores: la Croix de Guerre francesa y la George Medal inglesa “por actos de gran valentía”. También recibe la Orden del Imperio Británico.
Hecho esto, la dejan tirada. Gracias por todo y adiós muy buenas. Polonia queda en manos soviéticas, abandonada por Gran Bretaña y el resto de países aliados en Yalta. Christine nunca podrá volver a su querida patria. Para colmo, es despedida del SOE con solo un mes de sueldo.
La heroína de guerra tiene que ganarse la vida con empleo precarios. Trabaja de telefonista, ayudante de guardarropía en un hotel y camarera.
Asesinato
En 1952 encuentra trabajo de camarera en un crucero. Allí conoce a un marinero irlandés de 43 años que se obsesiona con ella. El tipo no acepta que lo rechace y la acosa. Un día de junio se presenta en el modesto hotel de Kensington donde se alojaba y la mata de una cuchillada.
Esta vez la intrépida Christine no lo vio venir.
Tras pasar múltiples aventuras en la guerra y superar dificilísimas pruebas, Christine Granville fue a morir por un crimen machista de manual. Lo que no consiguió la Gestapo lo pudo el miserable marinero cuyo nombre prefiero olvidar. Fue condenado y ahorcado en septiembre de 1952.
A ella la entierran en un cementerio cercano a Londres. En 1988 muere en Munich Andrzej Kowerski (Kennedy). Sus cenizas se llevan a Londres y se depositan a los pies de la tumba de Krystina Skarbek, el amor de su vida.
En 2017 se descubre un busto de bronce de Krystina en Polish Hearth Club de Kensington, en Londres, lugar que frecuentaba en la última etapa de su vida.
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Qué penica. Terminar asesinada por un gañán. Igual que Irena Sendler. Hicieron mil proezas heroicas en el ambiente vil de la guerra y luego se las ignoró. ¿Heroínas pero mujeres? Ninguneo absoluto.
Gracias por el comentario Juli. Y por ‘presentarme’ a Irena, no la conocía. Con tu permiso voy a colgar un vídeo.
jak wrócić do byłej dziewczyny Publisher Lemuel jak wrócić do byłej dziewczyny Asibal leopard geckos spread to the South the Tatra mountains form.