Una tercera Intifada, o lo que sea, se ha iniciado en Palestina. El cuento de nunca acabar. Más sufrimiento, más muertos para el conteo. En la guerra se mata con todo, también con las palabras. Nunca son inocentes, y menos si se difunden desde enormes altavoces.
En este conflicto, una vez más, estamos abusando de dos palabras que parecerían sinónimos pero que no lo son: abatir y matar. Tal vez sea un tema secundario –a los familiares les va a dar lo mismo cómo lo llamen– pero a mí el asunto ha pasado de hacérseme bola a irritarme. Será la edad.
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Política: hechos históricos recientes, noticias, comentarios, opinión propia. Observando todo desde el flanco izquierdo, como es evidente, pero sin faltar al rigor.
Cansados pero contentos
Lo prometido es deuda y las deudas, si son legítimas, hay que pagarlas. Este verano me dediqué a reflexionar como una marmota y a ratos sueltos leí un poco. Entre otras cosas, uno de los libros que les anuncié en el post anterior, La sociedad del cansancio, de Byung-Chul Han, filósofo alemán de origen coreano que seguro conocerán.
En un país en el que a un autónomo se le llama emprendedor, la obra de Han debería ser de lectura obligatoria en institutos. Pero como se que los chavales de instituto están muy ocupados en otros asuntos importantes, aquí tienen una especie de sinopsis. Tal vez no sea del todo acertada, pero la otra opción es leerse el libro completo. Ustedes eligen.
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La extraña vida de Mike
Hoy me apetece contar la historia de Mike. Una historia de 1947 que habla de nosotros ahora, como siempre. Mike nace en 1945 en un pequeño pueblo de Colorado llamado Fruita y al poco tiempo se convertirá en el ¿fruitero? más famoso de la Historia. Tanto, que tiene una estatua y en su honor se celebra una fiesta anual en mayo.
A todo esto, Mike era un pollo.
Concretamente un pollo de la raza Wyandotte que vivía apaciblemente, con sus preocupaciones de pollo, en la granja de los Olsen.
Esta es la historia del pollo Mike.
Elecciones en Liberia en 1929 (parábola liberiana)
En 1929 Liberia celebraba elecciones, la fiesta de la democracia, ya saben. El presidente Charles Dunbar Burgess King, del True Whig Party (liberal) se enfrenta al aspirante, Thomas J. Faulkner, del Partido Popular. Se sabe que quien convoca elecciones en el poder suele llevar ventaja, y esta vez se volvió a cumplir: ganó el presidente King, (el nombre es más apropiado de lo que parece).
La victoria de King (en las fotos de portada) fue histórica, obtuvo 234.000 votos por solo 9.000 de su oponente. Pero no fue histórica por la paliza democrática, lo fue porque en este momento había solo 15.000 votantes registrados. Una hazaña que le hizo aparecer como el mayor fraude electoral de la historia, según ‘un libro de excesos que hay en inglés’, que diría Krahe.
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187 mujeres en Dagenham
Es 8 de marzo y si tienen un par de horas les recomiendo una peli, Made in Dagenham (Pago Justo es su título en español) dirigida en 2010 por Nigel Cole y protagonizada por Sally Hawkings (impresionante), Geraldine James, Rosamund Pike, Miranda Richardson y Bob Hoskins, entre otros.
Es la historia de una huelga. Pero no teman sesudos discursos políticos, está contada en un tono generalmente festivo, aunque sin ocultar las dificultades de la lucha de 187 mujeres contra la todopoderosa Ford, el gobierno británico, un sindicato machista y acomodaticio y, a veces, hasta contra sus propios maridos. En una época en la que el cine comercial abusa de la épica, no se me ocurre una lucha más épica que esta.
Pero, además de ser buena película, es un historia real que merece recordarse, la huelga de las cosedoras de la factoría Ford de Dagenham (al este de Londres) en 1968.
Esas mujeres han pasado a la historia por méritos propios.
El vídeo del PP
Algo tiene que hacer el PP, y ha hecho un vídeo. Puestos a hacer algo fresco, hubiera sido más rompedor haberle dado a Fátima Báñez un móvil para que grabara a su aire, o inventarse una historia de metraje encontrado. Yo lo hubiera preferido, aunque reconozco que sus presuntos votantes tal vez no tanto.
De entrada aparece la imagen de una mesa y un rótulo que reza “Madrid, enero de 2015”. No se si para situarnos a nosotros o a ellos mismos. Y desde el comienzo todo tiene un aire un poco irreal, como que hay cosas que no encajan. De entrada abre con un audio de ambiente de bar… en una sala privada con solo cinco personas: Rajoy, Cospedal, Arenas, Floriano y González Pons. ¿De quién son los murmullos? Inquietante.
Como todos sabemos, el inicio marca el acento de la narración, que seguirá en un tono irreal con cosas como “pagando menos intereses se pueden prestar más servicios sociales. Eso los ciudadanos no lo saben y hay que contarlo mucho” o algo confuso de Floriano sobre la piel que es tan lírico que se me escapa. O ese otro momento en el que González Pons busca la empatía ante el sacrificio que supone su labor, llegando al alma del espectador sensible, probablemente en forma de ira.
El vídeo acaba con una voz en off mientras nuestros protagonistas siguen hablando animadamente de sus ideas y proyectos, aunque yo sospecho que al final mueven la boca sin decir nada, como auténticos profesionales.
Paréntesis: queridos expertos en marketing, lo de no saber comunicar y que queda mucho por hacer es como el amén de la misa, una letanía que de tan gastada no significa absolutamente nada. Cierro paréntesis.
Dicho esto, hay que reconocer que el vídeo tiene una factura impecable, lo que, como bien sabe el juez Ruz, en este partido más que raro es casi revolucionario. Muy bien filmado, muy pulcro (muchos vasos y tazas, ni un solo posavasos, ni una sola marca en la mesa) y con una luz impecable. Lo que me recuerda a la cita que se atribuye a Bernard Shaw cuando descubrió los letreros de neón de Broadway: “debe ser precioso si no sabes leer”.
Porque, además, su estreno coincide con el informe de la Fiscalía Anticorrupción que acusa al PP de haberse financiado ilegalmente durante 15 años. Lo pones de nuevo con ese filtro y empiezas a tener una fuerte sensación de déjà vu extraño, de que esta peli ya la has visto pero mejor, más auténtica.
Entonces echas en falta sobre la mesa algunos sobres, algunos fajos de billetes junto a una botella de whisky, un señor con traje y cartuchera sobaquera de pie junto a la puerta. Y te parece que la escena tiene demasiada luz, y te acuerdas de Gordon Willis y Coppola y esa maravilla de penumbras y sombras que retrataron los despachos del poder como nunca se ha hecho. A medida que comienzas a recomponer el original empieza a sonar en tu cabeza Nino Rota y poco a poco las figuras de nuestros próceres se transforman en las de Tom Hagen, Clemenza, Tessio, y los hermanos Sonny y Michael Corleone. Es entonces cuando todo encaja.