Huxley tenía razón
Qui paga, mana, se dice en mi pueblo. Porque no se trata de que la publicidad consiga banalizar el mensaje (como decía en el capítulo anterior hace ya mucho tiempo, es que me distraigo), que confunda un penalty no pitado con un recorte salarial. Es que la cosa se complica si después de asustarnos con un posible futuro sin pensiones (¿tengo que hacerme un plan privado?) aparece el anuncio del BBVA o del Banco de Santander.
Doy fe que la sección de economía de un noticiario está patrocinada por una conocida caja de ahorros, convertida ahora en banco, o no, quién lo entiende. Como también vi el otro día en diferido, en TVE, un debate entre cómicos sobre su profesión. Hablaban de los límites de la burla (ya saben, Iglesia, rey, etc.) y Javier Cansado (Faemino y Cansado, unos genios) decía que en realidad solo había un límite: el patrocinador. Ni Iglesia, ni rey ni leches. Así que si en tu informativo anuncian empresas de telecomunicaciones y bancos puedes imaginar la información que sobre ellos aparecerá. En las públicas, si los cargos los nombra el partido gobernante, puedes imaginar la información que sobre ellos se emitirá. Si la gente cree que es la realidad lo que le están contando, puedes imaginar a quién votará.