Archivo de la categoría: Cine y televisión

Sobre cine y televisión. Análisis de escenas de pelis, series de televisión. Con gusto últimamente hacia documentales o películas basadas en hechos reales.

El hombre del traje blanco

Tiempo lectura: 6

Viendo por la tele como Francisco, el nuevo Papa de Roma, nos bendecía desde su balcón pensaba que ya tenía tema para esta semana.  ello esta semana. Pero no era el Papa. Deslumbrado por la blancura inmaculada del cardenal argentino recién ascendido me vino la imagen de otro hombre con traje blanco nuclear: Alec Guiness. No me digan que Sir Alec no daría bien como Papa. Y en cierta manera lo fue, nada menos que Obi Wan Kenobi, cardenal destacado del jediismo. Así que en mi retorcido sentido de la actualidad hoy les voy a hablar de cine, de una peli que me marcó: El hombre del traje blanco. Y, más concretamente, de su escena final.

El hombre del traje blanco (The man in the white suit, 1951) es película británica dirigida por Alexander Mackendrick para la productora Ealing, creadora de deliciosas comedias británicas durante los años 40 y 50. El argumento nos lleva a Sidney Stratton (Alec Guiness), un científico solitario y visionario; un químico graduado en Cambridge que ha salido rebotado de sus últimos siete empleos y al que solo le interesa su investigación para lograr un tejido que no se rompa ni se ensucie. Está dispuesto a lo que sea para conseguirlo. Stratton consigue el tejido, un éxito que acabará enfrentándole a todo el mundo ya que ni a patronos ni a obreros les interesa, supondría el fin del sistema tal como se conoce.

La escena elegida en esta ocasión son los últimos 15 minutos de película, cuando la película enloquece por completo:  Stratton ha conseguido hacerse el traje e inicia una alocada huida con la intención de publicar su descubrimiento, mientras todo el mundo intenta impedírselo.  Seguir leyendo El hombre del traje blanco

El Padrino, el espejo del arte

Tiempo lectura: 8

Retomo mi sección de escenas de películas con El Padrino (The Godfather, 1972), dirigida por Francis Ford Coppola e interpretada en sus papeles principales por Marlon Brando, Al Pacino, James Caan y Robert Duvall, entre otros. La historia se basa en una novela de igual título escrita por Mario Puzo en 1969 y que se había convertido en poco tiempo en todo un bestseller. El guión lo adaptaron Puzo, Coppola y Robert Town, no acreditado pero que escribió algunas escenas, entre ellas la que luego destacaré.

Lo que inicialmente iba a ser una película de bajo presupuesto dirigida por un Coppola de 31 años prácticamente novato, se convirtió en una trilogía (The Godfather II, 1974; The Godfather III, 1990) que aparece en todas las listas de las mejores películas de la historia del cine.

Desde el principio soy consciente que no hay nada nuevo que decir sobre El Padrino.  Pero cada vez que me la encuentro el resto de mi vida se espera un rato hasta que acabe. Tal vez haya mejores películas pero a mí ninguna me provoca el mismo efecto y muy poquitas me gustan cada vez más pasados los 10 visionados.  En esencia la película cuenta un periodo de la vida de una de las familias del crimen organizado (cuidadosamente se eliminó la palabra mafia del guión) de Nueva York justo después de la Segunda Guerra Mundial, concretamente el traspaso del poder del padre a uno de los hijos. En ese sentido se ven ecos de El rey Lear en la película, un film que habla de casi todo: el poder, la política, la violencia, la moral, la familia (sobre todo); en definitiva, de la condición humana.

La película está repleta de escenas intensas, memorables. Precisamente eso es lo que algunos críticos le echan en cara como uno de sus defectos: a veces más que una narración fluida se convierte en una sucesión de buenas escenas que no se integran en el relato. Como sea, el caso es que acabada una, ya quieres ver la siguiente.  Todas son formidables, pero hoy destacaré mi favorita tras el enésimo visionado: en la que Michael toma las riendas y se convierte en el jefe de la familia. El cambio se ritualizará en la escena final, pero lo vemos antes, cuando todavía están vivos tanto el padre como Sonny, su sucesor oficial.

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2001 y la muerte de HAL 9000

Tiempo lectura: 7

No se si la filosofía de esta sección es ‘descubrir’ escenas inadvertidas de películas injustamente olvidadas. Era mi intención, pero ya empiezo mal. Hay pocas películas más analizadas y comentadas en la historia del cine que 2001: A Space Odyssey, dirigida en 1968 por Stanley Kubrick y basada en el relato The Sentinel escrito por Arthur C. Clarke en 1948, y adaptado para el guión por él mismo y Kubrick.

Así que asumo que la mayoría de los aficionados que se acerquen a este rincón ya saben de qué va 2001 (para consultar) aunque es posible que algún lector, más joven o más despistado, aterrice aquí y le sirva esta entrada de monolito para ver la película. Se lo recomiendo. 2001: una odisea del espacio narra la historia de un grupo de astronautas que trata de seguir y entender las señales de unos extraños monolitos que aparecen por obra de alguna inteligencia extraterrestre. Entonces ¿qué pintan unos primates al principio de la película, en el capítulo llamado El amanecer del hombre?

Pintan mucho, porque Kubrick hace en esta película algo más que una peripecia de astronautas enfrentándose al mundo exterior. Mucho más que ciencia ficción de usar y tirar. No es una película de aventuras, es un film que habla sobre la evolución humana, sobre el avance tecnológico y la inteligencia artificial, tal vez sobre dios. ¿Qué, ambicioso el proyecto, no? Pues el director neoyorkino sale bastante bien parado del asunto y consigue una gran profundidad (se sigue escribiendo sin parar sobre ella) con una de las películas menos habladas de la historia. Chaplin habría estado orgulloso.

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The Comeback, una joya escondida

Tiempo lectura: 4

En 2005 había pasado un año desde que la mejor sitcom de la historia, Friends, cerrara persiana y nos dejara un poco más solos. Aunque no tan solos gracias a las reposiciones constantes. Sí, ahora ya lo saben, soy yo el que la está viendo por vigésima vez, por eso la siguen emitiendo. Bueno, a lo que iba.  Lisa Kudrow (Phoebe) decididó que debía dar un giro arriesgado y puso en marcha una nueva serie: The Comeback.  Bien por Lisa. Junto a ella estaba Michael Patrick King, guionista y director principal de Sexo en Nueva York tras la marcha de Darren Star y ambos avalados por el sello de calidad de una cadena que ha revolucionado la ficción televisiva siendo una garantía de calidad: HBO.
The Comeback es una sola temporada de trece episodios ya que la baja audiencia que acompaña demasiadas veces a la buena crítica acabó con ella. O le hizo un favor, nunca se sabe. Lo que parecía claro desde el principio es que un humor tan corrosivo, incómodo e hiriente en muchas ocasiones, una serie donde te dejan descolocado constantemente cuando te provocan la risa y al instante te sientes mal por reír, no podía generar grandes audiencias. Tras un día amargo no te suele apetecer cenar salado. La baja audiencia y que no sea demasiado fácil de encontrar también han ayudado a convertirla en una serie ‘de culto’, y perdón por la palabrota gafipasta.
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La tele se pone en plan letal

Tiempo lectura: 6

Había empezado la semana viviendo un nuevo salto evolutivo. No lo digo por decir, había experimentado en mis carnes una sensación reprimida durante tantos años: por fin pude, una vez acabado el rollo, tirar el soporte de cartón al inodoro sin problemas. Mientras desaparecía de mi vista no pude evitar un sentimiento optimista y, por qué no, de cierto orgullo de género. Con el tubo desechable la humanidad había alcanzado nuevas cotas de desarrollo. Cierto es que enseguida me vino a la mente el inexplicable fracaso con los grumos del colacao, pero todo llegará. Vale, el nesquik dicen que no hace grumos pero, lo siento por ellos, no sabe igual. ¿Por qué no colaboran, por el bien común, e intercambian conocimientos? Si Merkel, Sarkozy y Papandreu pueden, con una teleconferencia, poner en marcha un futuro esplendoroso para Grecia, los señores y señoras de Colacao y Nesquik podrían aliviar también la tensión con su granito de arena. En tiempos duros todos tenemos que arrimar el hombro.

Pero hete aquí que al llegar el fin de semana  mi confianza vuelve a flaquear como un índice bursátil cualquiera. Andaba yo con la guardia baja, desayunando el sábado (tarde, como está mandado) mientras hacía zapping en la tele (deporte de riesgo donde los haya) y Zas, en toda la boca: Deadliest Warrior, El guerrero más letal. No daba crédito a lo que estaba viendo, un absurdo plagado de disparos en el que unos talibanes se enzarzaban a tiros con unos tipos con verdugos y ropa militar que según el programa eran miembros del IRA. Sí, como lo leen. Abajo había una puntuación de bajas en el combate que estaban teniendo por el control de un importante parking abarrotado de coches y furgonetas en pésimo estado. Comprobé que mi café era el de siempre y mi cigarro también. Ojiplático, no pestañeé hasta el final del programa. Por cierto, ganó el IRA con remontada final. Superemocionante.

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Crematorio: cuando eres poderoso dejas de ser todo lo demás

Tiempo lectura: 5

Ya ha salido en DVD y Blu-ray, tal vez la estén reponiendo ahora en el Canal+ y me han dicho que también corre por Internet. Mañana lunes 30 de enero empieza en La Sexta. Una serie tan realista que además de en la escuela de cine debería estudiarse en las facultades de Economía y Ciencias Políticas. Una serie para exportar y explicar quiénes somos y lo que hemos hecho. Si quieren saber qué y cómo se ha destrozado el litoral con montañas de cemento, cómo se han vendido los políticos al mejor postor, cómo se ha hinchado la burbuja inmobiliaria y cómo algunos han hecho tanto dinero en España en estos últimos años, no se pierdan Crematorio.

Si quieren vibrar con un gran actor, José Sancho, en un momento especialmente dulce de su carrera con un papel que le va como anillo al dedo, no se la pierdan. Si quieren disfrutar de otros secundarios impecables: Vicente Romero (una debilidad mía), Pep Tosar (otra), Manuel Morón, Alicia Borrachero, Juana Acosta, Montserrat Carulla… en fin, de todos, no se la pierdan.

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