Cuantos más gatekeepers, mejor
En la teoría de los medios, a la persona que hace la selección de las noticias se le conoce como gatekeeper. Traducido en español generalmente como ‘guadabarreras’, es el filtrador, es quién decide dónde se buscará la noticia y qué recursos se emplearán; también decidirá la forma de la noticia, tan importante, en ocasiones más, que el propio contenido. Es una labor necesaria ya que el volumen de información es tal que siempre hay que elegir un pequeño grupo de acontecimientos que sobresalgan del resto. El gatekeeper realiza esta selección siguiendo criterios profesionales: novedad, oportunidad, relevancia del personaje, consecuencias del hecho, público al que se dirige, etc.)
Pero la velocidad a la que trabajan los medios y el día a día dejan unas rutinas en su trabajo que hacen que cada vez más la información se reciba de otras instituciones que se dedican a proporcionarlas: los gabinetes de comunicación de empresas, partidos políticos y otro tipo de asociaciones. Los recortes en las plantillas de los medios han acelerado el fenómeno: ¿para qué pagar a un redactor que te traiga la información si el gabinete de prensa del BBVA, pongamos por caso, te la proporciona gratis. Si además ambas empresas comparten propietarios el gasto puede parecer hasta un despilfarro estúpido ¿no les parece? Así, al final, el resultado será una visión de la realidad creada por estos gabinetes de imagen. Los escenarios se repiten (instituciones, partidos políticos) así como los personajes, que siempre son los mismos. Ellos son los que nos cuentan cómo es la realidad. Pero no solo eso, al aparecer reiteradamente en los medios se benefician de la capacidad que tienen éstos para popularizar y dar crédito a determinadas personas e instituciones. Si salen en los medios es que son importantes, así que su opinión cuenta. Poco a poco su mensaje repetitivo se va imponiendo y a fuerza de escuchar cada día lo que dice Ángela Merkel o determinados sabios de la economía, su versión se convierte no solo en la buena, sino en la única verdad. Cómo va a competir mi vecino, al que no conoce nadie aunque sea catedrático de economía, con el tertuliano que sale todas las semanas en La Noria, que sabe un huevo de economía porque se la han explicado otros y retiene muy bien.
Aparecer en los medios no es opinar en los medios
Mientras, otras realidades se olvidan o determinados grupos se postergan en la agenda de los medios. ¿No se han fijado que de repente (que nunca lo es) aparecen actores sociales y nos preguntamos de dónde han salido? Un ejemplo podría ser el que encabeza la entrada de la primera parte de este artículo, Anonymous. Cuando consiguen realizar alguna acción espectacular aparecen en la tele y se nos revelan como una nueva realidad. Eso sí, este tipo de grupos suelen aparecer en las noticias como actores y no como ‘opinadores’, lo que es totalmente distinto. Son otros los que opinan mientras a ellos no se les da voz. Simplemente aparecen para ser criticados (o alabados) pero no se les escucha. A la vez otros no paran de opinar y opinar (a veces a gritos) sobre todo, siempre con el mismo fundamento y la misma autoridad, aunque digan una cosa y al día siguiente su contraria.
Son los gatekeeper los que deciden todo esto. ¿Quiénes son? Pues en realidad todos los escalones de la pirámide informativa. El redactor cuando entra a trabajar en el medio ya sabe lo que puede vender o no a su superior inmediato, con los que hace la primera criba. De ahí para arriba. Evidentemente en esas cribas también tendrá en cuenta de manera principal las directrices de la empresa propietaria. Y ahí es donde nos encontramos con que la propiedad de los medios de comunicación cada vez está en menos manos, grandes grupos financieros que lógicamente tiene como principal misión mantener el statu quo del que son beneficiarios principales. Así que no nos caigamos de la higuera, no tiene nada de extraño que los grandes medios proporcionen una visión de la realidad tendente a defender el régimen imperante, digamos que es lo habitual. Otra cosa es que la situación de los mass media esté ya tan carcomida, que su subordinación a partidos y grupos financieros haya llegado a límites tan alarmantes, que ‘el truco’ lo ve hasta un niño. Con la condición que se fije un poquito, claro. Posiblemente hayan alcanzado el mayor grado de descrédito de la etapa democrática y no se ven cambios en el horizonte inmediato.
Una pequeña brecha
El paradigma económico está cambiando, al menos con el paso de una era industrial a una electrónica, del átomo al bit, como decía Negroponte. Ese paso lo entendieron rápidamente los mercados y por eso hoy día hay mucho más dinero en bits que en papel moneda, que es un poco más de verdad, si es que alguno lo es.
Pero los bits también han permitido que se abra una pequeña brecha en el uniforme mundo de la información. Ahora no es tan fácil de controlar porque los emisores se han multiplicado y no hace falta mucho dinero ni organización para difundir información y/u opinión. La gente, cada día más al margen de los medios e instituciones, se organiza en la red, se informa y conforma su opinión seleccionado en Internet las fuentes que le parecen apropiadas. Son voces diferentes que seleccionan y jerarquizan noticias diferentes tratadas de diferente forma. Todavía es una minoría, cierto, pero el fenómeno parece imparable.
A los medios clásicos les queda adaptarse y tal vez abrirse un poco a otras voces o irse haciendo cada vez más vacíos y lejanos. Los nativos digitales no entienden, como sus padres, el papel del diario o la pantalla del televisor como algo casi sagrado que les trae la realidad a casa. Ellos nacieron con la capacidad de crear diarios online o de alterar la pantalla a su gusto fácilmente. Para ellos una pantalla es algo con lo que han jugado desde niños, algo sencillo de manipular con un joystick o un ratón. Puede parecer tonto pero creo que el impacto sicológico de este hecho es importante. El eslogan de principios del siglo XX ‘la cámara no miente’ nunca tuvo sentido para ellos.
Creo que, sobre todo ellos, aunque no únicamente, se han dado cuenta que pueden crear la agenda temática por sí mismos y la experiencia reciente nos dice que a veces lo logran, pasando por encima de los medios tradicionales. En la red ellos eligen entre multitud de gatekeepers, no les vienen impuestos. O, visto de otra manera, son ellos los propios gatekeepers.
Con permiso de Google, claro, pero ese es otro tema.
Caray, muy interesante. El otro día se cumplieron los nosecuantos años (número redondo, pero no recuerdo cual) de EL PAIS y Gemma Nierga en su programa estaba haciendole una felación muy correcta al director. Una entusiasta participante, gruppie incondicional del diario (que extraño, todos los participantes eran incondicionales, como es el azar a veces) decía que echaría de menos si un día se pierde la información impresa, que en la red la lectura de los noticiarios no es tan sexi, digamos. Pues bien, el director de EL PAIS por un momento se puso muy serio y empezó a argumentar sobre la importancia de adaptarse a los nuevos formatos etc, etc. Además adujo sobre la rebaja de costes que representa la edición digital respecto a la impresa. En ese momento la señora Nierga cojió aire y lanzó algo así: «pero lo más importante es que en ningún caso ni formato se perderá el rigor informativo y la neutralidad e independencia que siempre a caracterizado a EL PAIS». Y en ese momento el director llegó al climax, seguro. Al menos gimió, que yo le oí.
Hola Pepe. Genial tu descripción del polvo radiofónico. La verdad es que no me pone la SER pero si me pusiera ahora mismo estaría excitadísimo.
En mi anterior comentario quise decir Pep, hay un traductor automático en mi teclado que últimamente navega mucho por los vídeos de Intereconomía, lo voy a tener que llevar al técnico.
Como Pepe, acabas de perder un lector.