Todos sabemos que las situaciones desesperadas –y en eso el Holocausto rompe el medidor– colocan a las personas ante decisiones complejas. En este blog hay una sección, la zona gris, que reflexiona sobre ello. Pero la historia de hoy sobre Abraham Gancwajch, el Grupo 13 y el gueto de Varsovia no irá en dicha sección.
Sobre algunos personajes de esa zona gris, como Benjamin Murmelstein, por ejemplo, cabe la duda: eran también víctimas y se enfrentaban a tener que elegir entre dos males. Sobre Gancwajch parece que hay unanimidad: es una de las figuras más ruines y despreciables de Varsovia. Y, probablemente, de toda la guerra.
Abraham Gancwajch nace en 1902 en Częstochowa, una ciudad del sur de Polonia, en el seno de una familia judía. Empieza su carrera de periodista en Lodz y luego se traslada a Viena, donde trabaja en un periódico editado por Irene Harand, una política austríaca defensora de los derechos humanos que luchaba contra el antisemitismo. Tras ese período, Abraham regresa a Polonia.
Gancwajch apuesta a ganador
Y allí empieza su historia. En 1939, los alemanes invaden Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. Y Gancwajch apuesta, contra sus propios compatriotas, al caballo ganador: los nazis. No me queda claro si los nazis lo reclutan en Lodz y lo envían a Varsovia o es en la capital donde lo captan. Pero vamos, que lo captan para la causa.
Eran los principios de 1940 y Gancwajch se instala en Varsovia. Por lo visto tenía un pico de oro y acudía a actos de los refugiados judíos conminándoles a no resistir la ocupación: los alemanes se mostraban invencibles y era mejor colaborar.
Pero Abraham debió pensar que aún podía hacer más por su pueblo y se ofrece al servicio de información de la SS para espiar a los judíos del gueto. Siempre hay tipos dispuestos a servir bien a los nuevos amos a cambio de sacar tajada. A veces, hasta por tajadas minúsculas.
Gancwajch ingresa –algunas fuentes dicen que lidera– en el Hashomer Hatzair, una organización judía similar a los boy scouts que a la vez que enseñaba a los jóvenes a hacer un fuego de campo les instruía en la historia y las tradiciones judías. Es su primer trabajo de espionaje para los nazis, a los que entrega informes semanales. Su período de prueba.
Grupo 13, la “Gestapo judía”
Pero nuestro protagonista, en su línea de convertir la desgracia (de todos) en oportunidad (para él), se viene arriba y monta el Grupo 13. También se les conoció como “Los Trece” (Trzynastka, en polaco), aunque el nombre no viene dado por el número de integrantes sino por la dirección de su sede en la calle Leszno 13 de Varsovia, dentro del gueto. Por cierto, los alemanes también nombran a Gancwajch administrador de un centenar de pisos en dicha calle.
Su nombre oficial es “Oficina para combatir la usura y la especulación” en el barrio judío de Varsovia. La gente de Gancwajch supervisarían los pesos y las medidas de las panaderías del gueto. También la producción de bienes lujosos no esenciales y los precios.
Como pueden imaginar, a los nazis –que habían hacinado allí a la fuerza a unas 400.000 personas sin dotarles de medios de subsistencia– no le debía preocupar excesivamente el bienestar en el gueto. El objetivo era llegar a todos los rincones, espiar posibles levantamientos e identificar a todo elemento que pudiera incomodar a las autoridades alemanas. Tener aquello controlado y en orden.
Los muchachos de Gancwajch –se estiman entre 300 y 400– se pasean por el gueto con sus botas pulidas, gorras con una banda verde, charreteras y estrellas para denotar rango. Por su posición de poder, chantajean, extorsionan y amedrentan a quienes les da la gana, a la vez que llenan sus bolsillos con lo que pueden.
Se convirtieron en lo que Israel Gutman y Emanuel Ringelblum, historiadores y testigos, denominaron la “Gestapo Judía”.
Matones
Según cuentan las memorias de Stanislaw Adler, otro testigo, los agentes de Los Trece eran reclutados a cambio de miles de zlotys, sin ningún tipo de prueba o formalidad previa. Parte de ese dinero iba directamente al soborno de las autoridades nazis para les dejaran seguir con su negocio. Y para que no los montaran en un tren hacia Auschwitz, claro. Ser sus dobermans no les garantizaba inmunidad. Lo que igual hace más sangrante su colaboración.
Tanto el método de reclutamiento como el objetivo final de todo el asunto atrajo a la organización a numerosos elementos del mundo criminal, que en tiempos difíciles vieron la posibilidad de continuar su actividad, pero ahora con uniforme y cierta permisividad. Bajo amenaza de denuncia al tendero de turno, robaban a manos llenas. En fin, aventajados aprendices de nazis.
Żagiew – La Antorcha
Abraham no sabe estarse quieto, lleva el emprendimiento en los genes. El Grupo 13 le proporciona pingües beneficios, pero para que eso siga funcionando tiene que seguir siendo útil a los ocupantes nazis.
Por eso también liderará Żagiew, La Antorcha en español, (Die Fackel en alemán). Su nombre oficial aún tiene más guasa –con ese sentido del humor nazi tan poco valorado por los que somos normales– ya que se llamaba Żydowska Gwardia Wolności. O, según mi traductor, Guardia de la Libertad Judía. Lo de nazis invocando la palabra libertad no es nuevo de estos tiempos.
La Antorcha era un grupo de agentes judíos colaboracionistas en los había bastantes integrantes del Grupo 13, que doblaban turno en lo de abusar de sus compatriotas. Se estima que tenía más de mil miembros, a los que los alemanes permitían portar armas.
Su tarea principal era infiltrase en las organizaciones de la resistencia judía en el gueto de Varsovia y descubrir las conexiones que tenían con las organizaciones polacas que les ayudaban desde el exterior. De esa manera también intentaban detectar a judíos escondidos en la zona aria, por haberse negado a trasladarse al gueto o por haber huido de él.
En ese sentido se relaciona a La Antorcha con el incidente del Hotel Polski, aunque por las fechas no está claro que Gancwajch estuviera involucrado. Ya sin su liderazgo, el grupo fue eliminado por los alemanes en 1943, tras el famoso levantamiento del gueto de Varsovia.
Expansión
Pero volvamos a las otras áreas de negocio de Gancwajch. A la vez que chantajea, roba y espía para los nazis, Abraham, siguiendo el modelo Al Capone, reparte de vez en cuando comida y otros productos de necesidad entre gente del gueto para ganarse su favor. La figura del rico benefactor que lava su imagen se pierde en la noche de los tiempos.
Siguiendo con las relaciones públicas, también pone en marcha una sociedad cultural y el llamado Servicio Médico de Emergencia Judío. Dicho así parece algo, pero –no se lo van a creer– tenía truco. En primer lugar, el asunto se financiaba con una tasa hacia los propios habitantes del gueto, que la mayoría pagaba simplemente por miedo, no por el servicio.
Porque el servicio de emergencias consistía en una serie de dispensarios que nunca abrieron sus puertas y, según cuenta Adler, en una especie de ambulancias que eran carros destartalados sin ningún tipo de material, a excepción de un poco de yodo. La pareja de enfermeros no tenía la más mínima preparación y los potenciales pacientes corrían en dirección contraria en cuanto los divisaban.
Pero no era del todo inútil, la ambulancia servía para traficar.
Enfrentamientos con el Judenrat
Su posición de poder otorgada por los ocupantes y su enriquecimiento le han convertido en un pequeño rey en el gueto, dando o condenando según su criterio. Pero Abraham Gancwajch no es hombre que se conforme con poco. El Grupo 13 se le hace pequeño. Su siguiente paso es intentar disputarle el “poder” al Judenrat de Varsovia, y así convertirse en el capataz mayor y único de su desgraciado reino.
De su influencia y su ambición nos llegan diferentes testimonios de personalidades del gueto. Por un lado tenemos a Janusz Korczak, El Viejo Doctor, (por favor, no se pierdan su ejemplo) que asiste a las reuniones culturales de Gancwajch en su desesperado intento de ayudar a los niños del gueto. Cuando se le recriminó que se juntase con Gancwajch contestó “me reuniría con el mismo diablo para salvar a mis niños”.
Otro de los testimonios se lo debemos al diario de Adam Czerniaków, líder del Judenrat de Varsovia, un puesto polémico por definición (y si no que se lo pregunten a Murmelstein). Una posición tan difícil que Czerniaków acabaría suicidándose: “ya no puedo soportar más”, escribió en su nota de despedida.
Czerniaków conoce bien la catadura moral de su rival y en todo momento se opone a integrarlo en el consejo, soportando las presiones de Gancwajch, que siempre que puede hacía valer sus buenas relaciones con los nazis.
Gancwajch y el finiquito
Pero la buena fortuna se le estaba acabando a ese pilar de la comunidad. Hay quien dice que los alemanes consideraron que el capataz estaba demasiado crecido, otros que sufrió las consecuencias de una pugna entre diferentes organismos nazis. Tal vez, simplemente, se aburrieron del juguete.
El caso es que en julio de 1941 las autoridades alemanas disuelven el Grupo 13. Cesa toda actividad del grupo y tanto las sedes como los libros oficiales, tarjetas de identificación y uniformes deberán ser entregados al Judenrat.
Tanto Gancwajch como otros miembros del Grupo 13 intentan seguir con sus actividades en el gueto, pero sin el paraguas alemán y con todos los amigos que habían hecho, la cosa se les pone difícil. Y no solo eso, los ocupantes estaban eliminándolos directamente. El despido de Los Trece va acompañado de finiquito al estilo nazi.
En febrero de 1942 Czerniaków apunta en su diario una visita de Gancwajch a su despacho “con súplicas de carácter personal”. Una breve anotación que concluye con un “qué ser tan horrible y despreciable”. Esta es la última vez que tenemos noticias fiables del personaje.
En mayo de ese mismo año hay instrucciones alemanas de que quien esconda o ayude a Gancwajch y sus ayudantes será fusilado con toda su familia.
Y a partir de ahí todo son rumores que sitúan a Gancwajch huido del gueto de Varsovia pero en diferentes lugares. Algunos dicn ahberlo visto en el lado ario de la ciudad, fingiendo ser un gentil polaco simpatizante de los nazis, ayudando a “la caza” de judíos clandestinos. Encaja con el personaje, pero es solo un rumor que recoge Czerniaków.
Todos los rumores acaban con la muerte de Abraham Gancwajch antes del fin de la guerra, aunque no hay pruebas definitivas, con lo que su final sigue siendo un misterio.
*Durante la elaboración del post descubrí a Yasmine Levy, que ha sido la banda sonoro de esta historia. Sobre todo esta canción, que es puro llanto.
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