Entre los múltiples eslogans acertados del 15M (‘poco pan, pésimo circo’ me parece brillante, por ejemplo) siempre hubo uno que me llamó especialmente la atención: “Vamos despacio porque vamos lejos”. No cuadraba con tanta efervescencia de tuits, streamings y demás palabros que envuelven el movimiento desde sus primeros pasos. En la generación del too fast too furious era una nota discordante. Sabia, pero discordante. Vivimos una cultura audiovisual en que todo ha de ser instantáneo, donde los vídeos en internet de más de 3 minutos cansan y donde los anuncios plantean el problema y ofrecen una solución perfecta en 20 segundos. Si la felicidad se consigue en 20 segundos comprando lo adecuado ¿quién quiere esforzarse despacio para conseguir algo?
Por eso, parte de la ciudadanía y, sobre todo la prensa sobrecogedora sector ultracentrista, enterraron el 15M cuando vieron que a los dos minutos el sistema no se había venido abajo ni el cielo caía sobre nustras cabezas. Lo repitieron a las dos horas y a los dos meses y lo seguirán repitiendo tras comprobarse, un año después, que el muerto está muy vivo, mucho más que algunas portadas, tan rancias que a sus mismos autores les avergonzarán de aquí a unos años y negarán haberlas perpetrado.
El 15M sigue caminando despacio (o no, el tiempo es relativo ¿verdad?) pero sin pausa y con buena salud, demostrando además una capacidad de movilización envidiable, se mire como se mire. Yo lo vi en Barcelona con mis propias gafas. Un éxito.
Con tanto crédito acumulado, los autores de ‘no recortaremos sanidad y educación’, ‘no subiremos el IVA’ o ‘hazte bankero‘ («…que sino te haré yo a la fuerza», maldita letra pequeña) y sus altavoces van a seguir con el mismo discurso, como el rey desnudo que una vez descubierto por el niño siguió altivo, «con sus ayudas de cámara sosteniendo la inexistente cola” como si nada pasase. Triste trabajo el de algunos periodistas que cada vez se pasan más tiempo hablando solos.
Porque lo importante, aunque fueron muchos, no es que los indignados ayer en Madrid o Barcelona sean 45.000 o 50.000, ese es el debate que quieren algunos para no hablar de lo que realmente importa: el 15M es el resultado del sufrimiento causado por el capitalismo salvaje, la enfermedad del sistema es lo que importa. La gente se dio cuenta que la crisis es en realidad una estafa y, cómo mínimo, dijo aquello de “ahora me vas a oír”. Había esclavos a los que su estado les parecía natural, seguro que agradecían a su dueño que les tratara con cierta amabilidad; además, les daba de comer. No hace tanto tiempo de aquello. Siempre hubo resignados y sumisos y siempre los habrá. Siempre hubo capataces y siempre los habrá. Y nunca han sido ellos los que han logrado los progresos sociales.
Pero una mayoría (no todos los indignados salen a las plazas) se ha dado cuenta de que la democracia es tan precaria como los contratos, y que los mercados, con un chasquear de dedos la mandan a hacer la calle. Al final quienes más gente aportan al 15M son los propios gobernantes (en sentido amplio) que, sin ningún pudor, conducen el titanic capitalista a tope de power hacia el iceberg. Tan presos de su ombligo, o de sus créditos, están los políticos actuales que, como Rajoy, pasarán tristemente a la historia como recaderos de otros poderes que están dinamitando el sistema desde dentro al hacer crecer la injusticia exponencialmente. El sistema actual se agota mientras son muy pocas las voces lúcidas, desde dentro del capitalismo, que afirman de forma cabal que el freno a la codicia de unos pocos y una mayor equidad serían las mejores armas para perpetuarlo. Yo también creo que si el capitalismo jugara así ganaría el partido con bastante facilidad; ellos han decidido que mejor comprar al árbitro. Más fácil para ellos y más caro para los que no tenemos cuentas en las Islas Caimán (hay montones de islas caimán por todo el mundo), que somos los que pagamos al colegiado para que luego se invente penaltis y rojas en contra nuestra.
“Vamos a empezar a ver a otras personas”
Para acabar vuelvo a otro eslógan del 15M que, parafraseando a Neruda decía: “me gustas democracia porque estás como ausente” (gran canción de Krahe, por cierto). Tan ausentes estaban los gobernantes en su relación con los gobernados que el 15M se ha convertido en aquello de “tenemos que hablar de lo nuestro”, mientras los gobernantes, nerviosos, miran hacia otro lado y quieren cambiar de conversación. Pero un año después seguimos viendo las manchas de carmín de los mercados y el perfume de los mismos impregna toda la ropa de gobierno y buena parte de la oposición, así que sus cambios de conversación se quedan en soliloquios para divertir a unos cuantos periodistas.
La relación, de amor o de conveniencia, se rompe y no de tanto usarla precisamente. Cada vez leemos menos sus diarios (con o sin vajilla incluida) y vemos menos sus informativos.
Nosotros ya estamos saliendo con otra gente, en las plazas, al descubierto, sin tener que ocultarnos en salas de reuniones vigiladas por un segurata alemán llamado Schengen. Señores gobernantes sigan así, que van a acabar comiendo democracia recalentada para uno.
We Need to Talk about MariaNO
buen análisis compañero !
en tiempos de mentira universal decir la verdad es un acto revolucionario.
gracias por compartir!!
Muchas gracias a ti Dani. Tenemos que seguir analizando la realidad a nuestro modo, equivocado a o no. Los medios corporativos no lo harán así que necesitamos muchas voces para que se escuche y esta es mi aportación. Como dice la entrada, tenemos que empezar a construir nuestra realidad, tan ajena para los marianos de este mundo.
Salut !!