El pueblo de Muslyumovo, en la Siberia rusa, a unos mil novecientos kilómetros al este de Moscú es, casi oficialmente, el culo del mundo. Dicho esto con todo el respeto a sus cerca de 4.000 habitantes. No lo digo yo, lo dice el Worldwatch Institute, que lo califica como “el lugar más contaminado del mundo”.
En un planeta cada día más sucio, el galardón no es moco de pavo. La isla de basura del Pacífico (también llamada sopa de plástico), por ejemplo, está ahí disputándole el sitio. Esto último al menos aparece de vez en cuando en el informativo; Muslyumovo ni eso. Una esquina olvidada del mundo donde la radioactividad mata a la chita callando.
Mayak, un faro radioactivo
No quiero quitarle gravedad a la sopa de plástico marina, pero este blog siempre prefiere el rincón más solitario: en este caso Muslyumovo, el lago Karachai y el río Techa. Allí el plástico no es el problema, “el mal del río”, como lo llaman sus habitantes desde la época de Stalin, es la radioactividad. El faro que irradia basura radioactiva por todo el lugar es el complejo nuclear de Mayak (faro, en ruso).

La central se construyó en 1945 para elaborar plutonio y otros elementos utilizados para la fabricación de armas nucleares. Posteriormente se ha usado para almacenar basura radioactiva. La basura radioactiva es eso que queda tras usar la energía para vivir y matar mucho más cómodamente que antes. Después de la fiesta alguien tiene que hacerse cargo de la basura. Lugares remotos como este son ideales de la muerte. Con perdón.
Desde muy pronto, 1948, la central empezó a escupir radiación. Y a pesar de todo, en 2002 el gobierno ruso puso en marcha un proyecto para guardar en Mayak residuos nucleares de otros países (Hungría, Eslovaquia, Suiza, Alemania, España…) a cambio de una pasta gansa. El dinero ahora son bites, aún más a salvo de enfermedades contagiosas.
Cuando algunos emprendedores del gobierno y allegados ya estaban salivando, la agencia rusa que regula la energía nuclear mandó parar, aguando la fiesta de la democracia y el progreso. Denegó el permiso y paralizó la iniciativa, por lo que parece. A ver lo que dura.
Aunque siguen siendo denunciadas por activistas medioambientales, hoy día las condiciones han mejorado un poco. Teniendo en cuenta las que eran, debe ser verdad. Eso sí, a los afectados por la radiación que les quiten lo bailao, allá donde estén. Además, unas 7.000 personas siguen viviendo en tierra contaminada.
Stalinismo y radioactividad, cóctel mortal
Desde 1948 a 1956 Mayak estuvo lanzando millones de metros cúbicos de residuos nucleares al río Techa. Eran otros tiempos y no era algo exclusivo de la URSS. Ni siquiera de aquellos tiempos. Pero el secretismo y la impunidad del régimen soviético ayudó a que aquello fuera mucho peor. A enfermar y a callar.
Desde siempre el Techa había dado de beber y de comer (no mucho) a aquellas gentes. Ahora, cortesía de Mayak, les traía leucemia, cáncer y problemas cardíacos, respiratorios, óseos y digestivos.
El 29 de septiembre de 1957 un fallo en el sistema de refrigeración provocó la explosión de un tanque con 300 metros cúbicos de basura altamente radioactiva. Hasta Chernobyl (1986) fue el mayor accidente nuclear de la historia. Además de los trabajadores de la planta, casi 300.000 personas y 217 poblaciones (lo he dicho pronto, ¿eh?) quedaron expuestos a radiación crónica. El mundo ni se enteró, era un secreto de estado.
Un año después, en la misma oscuridad, una amplia zona de mil kilómetros cuadrados fue cerrada y las gentes que vivían allí fueron reubicadas en otros lugares. Esa gente se llevó consigo la leucemia, la infertilidad o las malformaciones de sus futuros hijos. Muchas aldeas fueron borradas del mapa, tal cual. A los encargados de enterrar, literalmente, las pruebas los llamaron “liquidadores”. Los muertos por radiación durante todo estos años son incontables; también literalmente.
Muslyumovo, tierra hostil
Otros pueblos, unos pocos, permanecieron. Unas 7.000 personas de las aldeas de Brodokalmak, Techa Russia y Nizhnepetropavlovskoe.
Y Muslyumovo, claro. Hay quien dice que Muslyumovo no se evacuó porque las autoridades usaron a sus habitantes como conejillos de indias para estudiar los efectos de la radiación en el tiempo.
Como las desgracias nunca vienen solas, sobre todo cuando nos empeñamos, en 1967 una sequía inusual evaporó gran parte del lago Karachai y el polvo nuclear depositado allí se extendió por toda la zona.
Tras años de negar cualquier problema de salud relacionado con Mayak, al final la realidad es muy tozuda y se impone. En las tres últimas décadas el cáncer de piel se cuadruplicó y los nacimientos con defectos genéticos son 25 veces más altos que en el resto del país. Mientras la esperanza de vida en Rusia está en 69 años, para los habitantes de Muslyumovo es de 47.
El chaval de la foto tenía 16 años cuando en 2002, durante el proceso para traer basura radiactiva de otros lugares del mundo a Mayak, envió una carta al parlamento ruso pidiendo la paralización del proyecto. Su nombre es Ramzis Fayzullin. Explicaba que sus padres estuvieron expuestos a la radiación y él nació con hidrocefalia, cansancio crónico y fuertes migrañas. También que sus compañeros de clase se burlaban de su aspecto y las chicas no querían salir con él. “Yo quiero ser como los demás. No quiero hijos como yo. Por favor, piensen en el futuro”.
Ya lo hacen, Ramzis, siempre están pensando en el futuro: los dividendos, los bonus de empresa, las próximas elecciones y un buen puesto en el consejo de una empresa privada. Y en su chalet junto al mar, en una urbanización de lujo muy lejos de muslyumovos; les encanta vivir en contacto con la naturaleza.
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Lamentos de lamentos que lamentblemente no serán escuchados,cuando priman el poder y las estructuras dictatoriales.La sociedad y personas,se someten o van a la bolsa de plástico y la etiquetita atada al dedo gordo de alguno de los pies.
Cierto. Nos cuesta mucho cambiar hábitos (aunque hay que tener presente que no todo el mundo está en las mismas condiciones para cambiar). Me temo que hasta que no veamos las orejas al lobo no habrá nada que hacer. Y tal vez ya nos hayamos llevado la dentellada.
Gracias por leer y comentar.